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jueves, 5 de noviembre de 2009

1.2.-Descripción de Anekal y Planificación de la visita con Anil


22 de Julio de 2.009

viajeAnekal es un municipio grande y rural. Con un centro -Anekal Taluk- urbano lleno de comercios, servicios, escuelas, motos y bicicletas, y un área rural con más de 300 aldeas -villages-. Las que hemos conocido, muy pobres. Es imposible hacerse una idea de las personas que puedes vivir allí. Según quien te daba la información, y todos con muchas dudas, los habitantes del centro podían oscilar entre los 30 y los 100.000; y los de todo el municipio, alrededor de 200.000.
En Anekal, en especial en sus villages, hay un porcentaje muy grande de “dalits”, de intocables. Y a pesar de las mejoras legales y reales que se están dando en determinados ámbitos de la India, los dalits de Anekal sufren todo eso que sabéis de la casta más baja y más despojada de sus derechos.
En Anekal, los jesuitas -nuestra “contraparte”- tienen un seminario y un centro de Desarrollo Integral, el CIRW, dedicado especialmente a la mejora de las condiciones de vida de los dalits. Nos gustaron especialmente sus proyectos de educación –posibilitar todo el currículo educativo a niños dalits de las aldeas- y colaboramos con ellos desde hace un tiempo.
Para Karmelo y para mí -otros compañeros de Taldeka, nuestra ongd, habían estado antes- era la primera visita. La primera a la India y la primera al lugar y a las personas a las que habíamos confiado una parte de nuestras posibilidades de cooperación. Queríamos ver, palpar, a las personas, los lugares, las situaciones que tanto nos interpelan.
Llegamos, así, a una hora indeterminada de la madrugada. La residencia-seminario es un edificio de varias plantas y con aspecto de residencia-seminario. Lograr que alguien se levantara a abrirnos y adjudicarnos -sin mucha ceremonia, todo hay que decirlo- unas habitaciones fue todo una. Quedaba alguna hora antes de amanecer y, de verdad, no quería más que acostarme.
Unas horas después oí la voz de Karmelo llamándome para descubrir en qué habitación estaba. Y bueno, medio dormido recibí de mi compañero mucha más información de la que podía digerir: que en la residencia hay muchos jesuitas jóvenes, que ha participado en la misa, que han desayunado en no sé qué edificio, que hemos quedado con Anil, el director del Cirw…. Y que, hala, espabilando.
Anil D’Mello, SJ, o sea, sacerdote jesuita, es el responsable de toda esta organización de Anekal. De la Residencia-Seminario, donde cursan cada año una veintena de jóvenes estudios universitarios de teología y conviven con algunos profesores, y del CIRW, el centro de desarrollo integral objetivo de nuestro viaje.
Mi primera impresión de Anil fue que, efectivamente, era el mismo individuo que con hechuras y vestimentas gandhianas nos había abierto la puerta y llevado a las habitaciones con más prisa que cortesía. La segunda que él era e iba a ser nuestra referencia durante los cinco día que pasáramos allí. En ese primer café con Anil también comprobé, no sé de qué me extraño, que Karmelo, con su ingles de lata, había tratado con Anil de muchísimas de las cosas que queríamos trasmitirle.
Nos hicimos una más o menos precisa planificación de las cosas que debíamos y podíamos ver durante nuestra estancia. Acorde con sus posibilidades -Baboo quedaba como chófer casi fíjo para nuestros traslados pero compatibilizando con sus labores para el Cirw- y con las prioridades que demandábamos: conocer los Hostels, las 4 residencias para niños y niñas dalits que nosotros apoyábamos. Empezábamos nuestras visitas.

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