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jueves, 5 de noviembre de 2009

2.3 El mercado

Día 24 de Julio de 2.009

Para ver fotos del mercado pincha en la foto.





Fue una buena idea. Que les acompañáramos a hacer las compras semanales. Después de la intensidad de estos dos día anteriores, nos apetecía patear la ciudad, el bullicio de las tiendas, el trajín de los vehículos, la fisonomía de una calles que apenas habíamos podido conocer. Y no nos defraudó la visita.

En el todoterreno con Baabu, Patrick, Praveen (creo que Anil comprobó nuestra química con Praveen y nos lo “adjudicó” hasta el final) y dos de las chicas mayores del hostel. No sabemos si estaban allí aún en calidad de alumnas o de profesoras-monitoras. A una de ellas nos la habían presentado como profesora de danza de las niñas, lo cual no era incompatible con que fuera también alumna; a la otra la conocimos en Basavanapura como monitora.

La primera y más intensa parada fue en el mercado abierto de Anekal. Cerca de dos horas estuvo el “equipo de compras” -ver, regatear, embalar- para comprar todo lo concerniente a verdura, fruta, especias etc…. Y digo equipo de compras –las dos muchachas, Baabu y Patrick- porque Karmelo y Praveen estuvieron absolutamente a su bola (uno practicando su inglés, el otro aprendiendo castellano) y un servidor, absolutamente rendido a aquella sucesión de toldos de colores –rojos, amarillos, azules-, de vendedores y compradores, de olores –especias, dulces, frutas…- de artes…, al de 10 m. me había perdido entre los puestos. Creo que fue esa mañana la que caí en la cuenta de lo sorprendente, por nuestro aspecto, que podemos parecer en un lugar como Anekal. Cierto que en esos 5 día no vimos a nadie con aspecto occidental. Si ese guiri, además, como era mi caso, lleva colgada una olympus réflex…

El centenar y medio largo de fotos que descargué entre los puestos y las callejas adyacentes (artesanos, telares, vendedores de chanclas de plástico!) cuentan bien todo lo que entró por nuestros sentidos y que es difícil contar. Los ancianos, los niños que atendían puestos de venta, los artesanos de aperos, de utensilios de cocina… los mendigos, las mujeres que se reúnen para trabajar y los hombres que se reúnen para no dar ni golpe…..

Alrededor del mercado, todos los mundos que conviven en Anekal Taluk, la miseria de las chabolas (pobres entre los pobres), los templos y templetes, los autobuses repletos de gente, las escuelas privadas, los comercios occidentalizados….

Con el vehículo lleno de fruta y verdura, y tras parar en algunos comercios del centro, fuimos entregando las distintas partidas en los hostels. Conocimos el hostel de los chicos, con más condiciones aún que el de chicas -el pozo, la infrautilizada huerta, la biblioteca, el aula de estudio y cocinas en edificio separado…-, en un momento en el que apenas había chavales. La mayoría, tal como hacían a diario, estaban en la escuela pública a la que acudían según su edad y curso. Sí nos detuvimos un rato en el aula de estudio y nos sorprendió, en el tablón de anuncios, el horario y tareas (de lunes a sábado) al que se sometían dentro de la disciplina del hostel. Sorprendente para nuestra mentalidad. Desde muy temprano, y excepto las horas que están en la escuela, la sucesión de tareas es curiosa y exigente. Espacios para el ejercicio (yoga etc…), el estudio, la danza, la lectura (prensa…) y las tareas más caseras.

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